jueves, febrero 22

Más cartas

Esta mañana recibí otras dos cartas, para sorpresa de la Señorita Pony quien quiso saber si me traigo algo entre manos. Una era una carta de Annie, la cual incluyo aquí:

Candy,

En cuanto recibí tu carta le pedí a mi padre que me llevara a verte, pero olvidé que teníamos ya un compromiso familiar. Sin embargo, estuvo de acuerdo en enviar un mensajero con esta carta que estoy escribiendo a toda velocidad para que te llegue cuanto antes.

Candy, me asombra todo lo que me relatas. Nunca pensé que vieras en Albert más que a un hermano mayor. Pero la camaradería y el cariño entre ustedes era patente, y no me sorprende que Albert buscara algo más y por eso te haya besado. ¿De verdad estás enamorada de él? Si es así, debiste decírselo ese mismo día, pues tal vez Albert ahora piense que no quieres nada con él. Por lo menos no lo abofeteaste, como hiciste con Terry.

No le hagas caso a la Señorita Pony. A Albert nunca le ha importado lo que opinen de él, y me parece de lo más romántico pensar que ustedes dos se casen algún día. Candy, no todo está perdido. Si puedes, habla con él de nuevo y dile que lo quieres. Yo sé que es muy difícil poner tu corazón en una bandeja sin saber si será rechazado o no. A mí me sucedió con Archie pero no me arrepiento de haberle confesado mi amor. Ahora estamos muy contentos juntos.

En cuanto a esa enfermera, no sé qué decirte, pues casi no me cuentas nada de ella. Es normal que habiendo estado juntos por un tiempo se conozcan bien, pero tú viviste con él todos esos meses bajo el mismo techo, y seguramente lo conoces mucho mejor.

No tengas miedo a hablar de tus sentimientos Candy. ¡Ánimo!

Te quiere,

Annie.

El segundo mensaje lo trajo George. Era de Albert, escrito con prisa y sin ganas, y no tuve inconveniente en mostrárselo a la Señorita Pony. Tan sólo decía que le había dado mis datos al Señor James Cuthbert para que viniera a verme, y me invitaba también a pasar el fin de semana con Mae.

Sin ganas, le escribí una respuesta a Albert diciendo que aceptaba su invitación, pero también le escribí otro mensaje a Annie aprovechando que George iba a Chicago.

Annie:

Muchas gracias por tu mensaje. Este fin de semana voy a estar en Chicago con Albert y con Mae. ¿Puedo quedarme en tu casa? Tengo deseos de charlar contigo.

Con cariño,

Candy

Le conté a la Señorita Pony que Mae era la novia de Albert en África. Eso la dejó muy satisfecha. Yo, en cambio, estoy bastante a disgusto con Albert. No se molestó en explicarle nada al Señor Cuthbert y en cambio le dio mis datos para que fuera yo quien tuviera que aclarar el asunto.

Por cierto, el interfecto vino, efectivamente, por la tarde. Si bien es evidente que nunca había estado en un sitio tan humilde, se comportó muy bien. Lo recordé de inmediato, pues su mirada me hizo sentir muy incómoda cuando nos presentaron. Se quedó a tomar el té y la Señorita Pony nos dejó solos.

No dejaba de admirarse de que una Andrew viviera en un sitio tan inhóspito y yo le dije fríamente que, aunque había sido adoptada por los Andrew, yo misma había crecido y vivido mi infancia en ese orfanatorio. Se sorprendió muchísimo al saberlo, pero no por ello dejó de alabar mi nobleza al volver al sitio donde crecí siendo que ahora formaba parte de una familia prominente.

Yo estaba muy incómoda y deseosa de que se fuera. Le expliqué que en realidad los lazos que me unen a los Andrew son más bien amistosos, y que no me considero parte de la familia. El seguía insistiendo que yo era una persona excepcional y que se sentía honrado de haberme conocido. Quería que nos viéramos de nuevo y le comenté que iría a Chicago este fin de semana. Prometió ponerse de acuerdo con Albert para vernos y se despidió. Pensé que nunca se iría.

Albert, ¿por qué me metes en estos aprietos? ¿No dijo Albert en su carta que se había enamorado de mí? Sin embargo, nunca dijo que fuera a insistir en buscar mi amor. Tal parece que prefiere que quedemos como amigos a pesar de todo, y que no tiene inconveniente en que alguien más me corteje. No puedo soportarlo, menos mal que veré a Annie este fin de semana. Ella sabrá aconsejarme.

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