Albert no estaba solo en su oficina, aunque yo no me di cuenta y me arrojé a sus brazos diciéndole que lo había extrañado. Él me dijo, en voz muy bajita: "yo también, princesa". En eso se nos acercaron unos caballeros que estaban con Albert, y él me introdujo simplemente como "Candice Andrew". Sin embargo, no los presentó a ellos. Uno en particular me clavó la mirada y me hizo sentir muy incómoda. Cuando por fin se fueron, me dí cuenta de que Albert no deseaba que la gente supiera que yo era su pupila. Resulta que las sospechas de la Señorita Pony tienen fundamento.
Albert sugirió ir al zoológico y yo asentí. No hablamos mucho en el camino pero al llegar al zoológico me armé de valor y le pedí perdón por presentarme en su oficina sin avisar y darle molestias. Él no pudo responderme, porque una mujer nos interrumpió dando voces, emocionada.

Nos fuimos a tomar un helado a una confitería. Mae nos contó que adelantó su llegada a Chicago para familiarizarse con la ciudad antes de empezar a trabajar en el hospital Santa Ana. Cuando fue a buscar a Albert y George le dijo que se había ido temprano, se le ocurrió que podría encontrarlo en el zoológico. Esto último me hizo ver que Mae conoce muy bien a Albert, pues yo habría hecho lo mismo. Mae me hacía muchas preguntas sobre mi huida del Colegio San Pablo. Se sorprendió al saber que yo sola había costeado mis estudios trabajando a la vez como estudiante, y que fui la única que acogió a Albert cuando perdió la memoria. Supo también que me vi obligada a renunciar a mi trabajo en el hospital cuando se enteraron de que vivía con Albert. Ese es un tema del que prefiero no hablar, pero ella insistía en ello. En un momento pude notar que le guiñaba un ojo a Albert y a partir de ahí se pusieron a hablar de los momentos que compartieron en la clínica de África. Yo estaba muy descorazonada al ver lo mucho que tienen en común. Sé que interrumpieron su noviazgo por mi culpa, y pienso que ahora tal vez traten de recuperar el tiempo perdido. Pero, ¿no decía Albert que me amaba? Quizá al sentir mi rechazo busque el amor en otro sitio, y quien mejor que Mae, con quien ya ha tenido un romance antes.
Mae va a hospedarse en casa de una tía, a donde la fuimos a llevar antes de volver al Hogar de Pony. En el camino de regreso, Albert no dejaba de hablar de ella. Hubo un momento en que no pude más y le pedí que guardara silencio porque estaba yo muy cansada.
La verdad es que sí estaba cansada, pero también muy confusa. Me imaginaba a Mae como una persona más seria, un poco como la hermana María. Y aunque Albert me dijo que eran amigos, no me esperé que se conocieran tan bien. Me tortura saber que alguna vez fueron novios. ¿No será que Mae vino a Chicago dispuesta a recuperar su cariño?
Quise dormirme durante el trayecto a casa pero aunque tenía cerrados los ojos no podía dejar de pensar en Mae y la familiaridad con la que habla con Albert, en lo bonita que es y lo mucho que tienen en común.
Llegando al Hogar de Pony me despedí a toda prisa, pues no quería hablar más. Fui muy torpe. Debí darle por lo menos las gracias.