Esta mañana Albert llegó a verme en medio del desayuno. Yo ya sabía que vendría, pero no imaginé que podríamos pasar un día entero juntos, ¡y mucho menos limpiando! Albert quería que fuéramos de paseo, y yo tenía muchas ganas de ir con él, mas no quiero más sermones de la Señorita Pony. Además, había mucha ropa que lavar. Normalmente lavamos la ropa con ayuda de los niños, pero teniendo a Albert de visita, ¿por qué no ponerlo a trabajar? Así los niños podían irse a jugar y nosotros dos podríamos estar solos... aunque en el Hogar de Pony no hay privacidad. Entre los niños correteando por todas partes y las atentas miradas de las maestras, no hicimos nada más que lavar ropa toda la mañana. Aunque Albert me sorprendió de repente con un besito rápido mientras tendíamos la ropa. ¡Qué dulce!
Por un momento olvidé que Albert era William Andrew, miembro y heredero de una familia prominente. Éramos otra vez dos amigos, sin familia ni obligaciones... y muy enamorados uno del otro. La ilusión se deshizo a la hora del almuerzo, cuando la Srita. Pony quiso hacer conversación con Albert preguntándole por sus negocios. Después estuvieron hablando sobre mí... ¡Qué incómodo! La Srita Pony hablaba con Albert con el mismo tono que usaba cuando venían visitantes al hogar con la esperanza de adoptar a alguno de nosotros, como si estuviera hablando con mi tutor, no con mi amigo.
En fin. Pude haberle pedido a Albert que nos fuéramos de paseo tras el almuerzo, pero en vez de eso le pedí que siguiera ayudándome a limpiar. Creo que lo hice un poco por demostrarle a la Srita. Pony que Albert es una persona sencilla, acostumbrado a las labores domésticas, y no el millonario estirado que me adoptó. Y también porque barrer y trapear en compañía de Albert me recuerda los tiempos felices cuando vivíamos juntos y él aún no recuperaba la memoria. No hubo oportunidad de otro beso, con los niños a nuestro alrededor, pero estuve muy contenta con él.
Una cosa me pareció inquietante: durante la cena Albert mencionó que Mae había ido a cenar a su casa el día anterior y que me enviaba saludos. Ya sé que Mae está comprometida y que Albert de verdad no ve en ella más que a una amiga, pero me cuesta trabajo no sentir celos... después de todo, ellos estuvieron juntos en África... Me pregunto si Albert también le ayudaba a Mae a limpiar la clínica... Es tonto imaginarme esas cosas, pero así soy a veces. Albert me pidió que fuéramos a Chicago para visitar a Mae. Yo lo que quiero es estar a solas con él, pero no puedo decir eso frente a las maestras.
Se fue después de la cena. Por increíble que parezca, se ofreció a lavar platos pero todos le dijimos que no, que ya había ayudado bastante. Nos dimos la mano para despedirnos, pero el guiñó un ojo. No pude hacer lo mismo porque las maestras me observaban.
Tras la cena, mientras recogíamos y doblábamos la ropa seca, una de las chicas comentó que Albert era muy bien parecido, y de inmediato me dijo que yo había enrojecido con su comentario, lo cual espero no sea cierto. En otros tiempos me habría puesto furiosa y le habría tirado de las trenzas o algo así. En vez de ello me reí y dije que sí, que Albert era muy guapo.
Pero no es por eso que lo quiero. Lo quiero porque es noble y bueno, y sobretodo porque es capaz de estar todo el día limpiando y barriendo con tal de estar conmigo.