viernes, febrero 16

Domingo

Hoy nos levantamos temprano para ir a la iglesia. Me sentí muy extraña yendo con toda la familia. La tía iba toda de negro y con un velo en la cabeza. Sigue guardando luto por Stear. Después de la misa volvió sola a la residencia de los Andrew y los demás nos quedamos paseando por el centro de Chicago. Almorzamos y después me despedí de mis dos amigas y de Archie, pues deseaba volver temprano al Hogar de Pony.

En el trayecto, cuando por fin estuve sola con Albert, no pude resistir la necesidad de preguntar:

- ¿Albert, cuando estabas en África, fuiste novio de Mae?

Albert casi se sale del camino de un sobresalto.
-No te puedo mentir Candy. Debí decírtelo antes, ¿verdad?
- Es igual. Pude darme cuenta por cómo reaccionaste el otro día.
-¿Ves por qué digo que nadie me conoce como tú? Es verdad, fuimos novios un tiempo, pero terminamos cuando yo me fui de África.

- Y, ¿por qué te fuiste? - quise saber.

Mi pregunta pareció sorprenderle.

- Me fui a buscarte, Candy. En cuanto supe por George que habías huido del Colegio San Pablo abandoné todo. Tuve mucho miedo por ti. No logré encontrarte, y en cambio estalló la guerra en Europa y yo sufrí el accidente que me hizo perder la memoria. Terminaste siendo tú quien me cuidó a mí.

Lo dijo con una sonrisa, como si le alegrara que hubiéramos terminado juntos. Yo no estaba satisfecha y quise saber más.

- Pero, ¿terminaste con Mae en algún momento?

- El mismo día que supe de tu huida terminamos. Ella no entendía por qué yo tenía que ir a buscarte, y creo que no me molesté mucho en explicárselo.

- Pero cuando por fin te recuperaste y volviste con la familia Andrew, ¿Te arrepentiste de haberla dejado? ¿no intentaste buscarla?

Albert frunció el seño.

- Nunca. Sólo pensaba en ti.- Al decir esto se sonrojó.- Ya sé que suena extraño Candy, pero es verdad. Desde aquélla vez que casi te ahogas y yo te rescaté, me sentí responsable por ti. A partir de entonces hice todo lo que pude por que tuvieras una vida mejor, y me tomé muy en serio esa promesa. Mi error fue que nunca hablé con Mae al respecto. Tampoco le hablé de las enormes responsabilidades que ya me agobiaban desde entonces. Ella deseaba quedarse para siempre en África. Yo, en cambio, sabía que tendría que volver a Chicago tarde o temprano, pero no le explicaba por qué.

- ¿Por qué no lo hiciste?

- Yo qué sé. Ahora me arrepiento de no haber hablado más con ella, pero ya es tarde. Tal vez, si nos hubiéramos comunicado mejor, habríamos sido una buena pareja, pero ella cree que nunca debimos ser más que amigos.

Terminó su frase con un hilo de voz, como si le doliera contármelo. Cambié de tema. Hablamos de Poupée y de los extraños animales de África. Hablamos de mil cosas más hasta que llegamos al Hogar de Pony cuando el sol ya se había ocultado.

- Gracias por venir, Candy.- Me dijo.

No supe qué decirle, sólo lo miré sin saber qué esperarme. Él bajó la mirada.

- Vendré a verte en cuanto tenga noticias de Mae.

Bajé del coche con los pies de plomo, dándome cuenta de que había perdido otra oportunidad de expresarle lo que siento. Me despedí sin ganas y al entrar al Hogar solté el llanto.

No hay comentarios.: