martes, septiembre 5

El Tío William

George me dejó en las afueras de Lakewood. No quise que el ruido del carro anunciara mi llegada, y me colé en la casa. En la sala de los vitrales, tal como predijo George, estaba el tío William en su sillón, de espaldas a la entrada. Me anuncié, pero no obtuve respuesta, así que de inmediato comencé a hablar... no sé ni qué le dije. Creo haberle pedido perdón por ir a verlo sin su permiso, y haberle agradecido que se hiciera cargo de mí, pero lo que más me urgía era pedirle que no me obligara a comprometerme con Neil. Creo que insistí varias veces en ello. Durante todo este tiempo el tío no decía nada, ni me mostraba su rostro. Cuando terminé, dudaba incluso si el tío estaba dormido, o si se trataba de otra persona, pero entonces el tío se puso de pie y se giró hacia mí.

Todavía me parece estar soñando, pero no es así. Frente a mí no se encontraba ningún anciano, que era lo que yo esperaba. En cambio Albert, a quien yo he buscado por todo Chicago, estaba ahí. Y es que en realidad él es el tío William, por increíble que parezca. Nunca, ni por asomo, se me habría ocurrido toparme con Albert en Lakewood. Y si alguien me hubiera dicho que Albert era en realidad el tío William, lo habría tomado como una broma tonta. ¿Quién lo iba a adivinar? Ni siquiera los miembros jóvenes de la familia Andrew saben quién es él en realidad.

Yo estaba muy nerviosa, y Albert trataba de calmarme, mientras me contaba su historia sobre cómo heredó la fortuna de los Andrew siendo un niño y la tía Elroy se hizo cargo de él. Ocultaron su identidad para evitar que otros miembros de la familia o socios de los negocios abusaran de él. Cuando cumplió 21 años, asumió control de los negocios y propiedades, pero la tía no le permitió anunciarse ante el resto de la familia. La tía estaba muy molesta con él por haberme adoptado.

Me cuesta mucho trabajo pensar que el tío William, a quien yo imaginaba como un anciano generoso, es en realidad mi amigo Albert, dulce y paciente, quien siempre ha sabido hacerme sonreír y a quien conozco desde hace tantos años. De hecho, me pidió que siguiera llamándolo Albert, el cual es su segundo nombre.

Del compromiso con Neil, él no sabía nada, y creí reconocer en sus ojos la furia que aparece en ellos ante una injusticia... La tía Elroy ideó todo a escondidas de Albert. Él me asegura que puedo ignorar por completo ese compromiso, y yo le creo. Él nunca me ha mentido.

Recorrimos Lakewood y visitamos las rosas de Anthony, que se encuentran floreciendo. Caminamos hasta el río y ahí nos topamos con la barca de Stear, que Albert acaba de restaurar. Dimos un paseo en ella, pero de pronto tuvimos una fuga y nos hundimos. Terminamos en la villa del bosque, secándonos al lado de la chimenea.

Yo recordé cómo hace más de dos años me sequé también al lado de la chimenea en la casa de Terry... Albert me adivinó el pensamiento y me preguntó si pensaba en Terry... Albert, me enternece que me conozcas tan bien, pero también me avergüenza. No quiero pensar más en Terry. No mencioné mi visita a Rockstown. Tendré que preguntarle más tarde si él sabía que Terry estaba ahí cuando me envió el vestido.

Albert comentó que Terry ha vuelto a Broadway. Me da gusto por él. Quizá de verdad logre una vez más triunfar como actor. Y mientras tanto, yo no debo entristecerme más. Ya encontré a Albert, ¿qué más puedo pedir?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pia, Elena, Anabel...

Hola!! Aquí no había posteado nunca y hacía mucho no lo hacía en el diario de Albert, pero siempre las leo, y espero la continuación!
Me emociona imaginarlos meditabundos escribiendo su diario, y lo que pasaría si leyeran el del otro algún día!

Ah que bonito fic! solo quería felicitarlas por su trabajo! y confirmarles que tienen una segura admiradora y lectora frecuente!...

Un abrazo!

Alicia