Cómo me arrepiento de no haber quedado en nada con Albert. Me muero de ganas de estar otra vez con él, pero no veo cómo. Lo mejor es esperar hasta mañana, tal vez consiga que alguien me lleve a Lakewood. Hoy estuve jugando con los niños y tratando de que no notaran lo distraída que estoy. La hermana María no me dice nada, pero a menudo noto que la Señorita Pony me observa, a veces preocupada, a veces de seño fruncido, como enojada.
Estaba lavando los platos de la cena cuando me preguntó si este fin de semana vería a Albert. Le dije que no lo sabía. Me recomendó una vez más que cuidara las apariencias y que no le creara problemas al Sr. Andrew. ¡Qué fastidio! ¿Por qué de pronto se fija en esas cosas, siendo que ella siempre me impulsó a ser como yo quisiera? Nunca le molestó mi amistad con Albert, ni siquiera cuando supo que se trataba del tío William. Sólo cuando se enteró de la historia del Príncipe de la Colina empezó con esta actitud tan rara en ella.
2 comentarios:
Realmente es una historia muy buena sigue escribiendo y no te desanimes pronto todas volveremos a leerla. Muchas felicidades y gracias por volver
muchas gracias sigue actualizando por favor
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